“COMPETENCIA DIGITAL PARA LA PERTINENCIA PROFESIONAL”

Dra.(c) Paola Ascencio Ojeda | Jefa Unidad Desarrollo Virtual

La sociedad por la cual transitamos como personas y ciudadanos del siglo XXI, no tiene nada que ver con la de hace un par de años o décadas. El contexto en general ha cambiado en todos los ámbitos del dominio humano, desde las estructuras de concreto hasta los castillos en el aire; desde los juegos de casa de los ‘80 hasta los videojuegos y la realidad virtual de hoy. Y es que la ambición de información y conocimiento de los hombres y mujeres, ha superado cualquier expectativa, pues hemos sido capaces de trascender a nuestras propias limitaciones, dándonos cuenta de que nuestro límite somos nosotros mismos. Aun así – y tomando los comentarios de algún cercano – debo decir que la lucha sigue siendo la misma a lo largo de la historia de la humanidad: buscar el bienestar común, el abrigo, la educación, y cubrir nuestras necesidades básicas.

La vida cotidiana transcurre hoy mediada por sistemas facilitadores, básicamente, gracias a Internet y las tecnologías, entes dinámicos que viven una transformación permanente y fundamental, lo que, a su vez, impacta a la sociedad en todos sus sentidos. De hecho, lo podemos notar en acciones rutinarias básicas y diarias, pues, seguramente, usted ha realizado una compra en línea; mantiene una identidad digital en redes sociales, y hasta opina en grupos de interés común de manera virtual. No puedo dejar de pensar en mi madre y su rutina mensual de pago de cuentas presencial, en cada institución o empresa proveedora de algún servicio, tiempo pasado que algunos aún se resisten a dejar atrás.

Cada época demanda la adaptación social a sus estructuras, sus sistemas y su organización. Las transiciones son parte del aire, y sus particularidades propias deben ser escuchadas. No obstante y para mi gusto, el ciudadano que hoy se construye con estas herramientas maneja mayor cantidad de información, y organiza y rentabiliza mejor su conocimiento y oportunidades que en el pasado.

El sistema educativo no debe estar ausente de esta realidad; todos sus actores deben de ser responsables, y asegurar que los niños, niñas y jóvenes chilenos, puedan conocer y desarrollase en estos temas. Formar capital humano que conoce, comprende y resuelve su entorno, implica incorporar las competencias claves e inclusivas, “imprescindibles” para el éxito en el mundo de hoy. Aquí caben las tecnologías de información y comunicación (TIC) en los currículos de los estudiantes desde edad temprana, para potenciar su capacidad de aprendizaje y facilitar su desarrollo laboral en la vida adulta.

La Universidad de Magallanes ha logrado entender ésta y otras necesidades, y se ha hecho cargo de su responsabilidad al respecto, incorporando las TIC como competencia sello en su proceso formativo. Al mismo tiempo, creó una asignatura institucional dirigida a todas las carreras de formación profesional, gracias a lo cual hemos podido confirmar que, en estos temas, los jóvenes que recibimos en primer año de vida académica llegan bastante descendidos. Así también lo veíamos venir, pues lo adelantó la prueba SIMCE TIC aplicada a nivel nacional hace un par de años, donde nuestra región de Magallanes ponderó, aproximadamente, 250 puntos, en un nivel más cercano al básico que al avanzado.

Por sobre el manejo técnico, nivelar a estos estudiantes pasa por entregarles una formación contextualizada en experiencias internacionales, y por aplicar con ellos un mapa de competencias renovado, que les permita comprender e integrar las distintas dimensiones que considera ser, digitalmente, competente. Con esto me refiero al “Trabajo en red”, vital pues la actividad de aprendizaje se ha convertido en una actividad social y colaborativa. También a la “Gestión de información”, debido a la importancia de estar en constante actualización respecto de los entornos digitales. A ésta se suma la “Cultura y Civismo Digital”, que actúa como competencia base, transversal y articuladora de las demás dimensiones y competencias, dado que maneja la contingencia en términos de recursos, servicios, dispositivos, ética, privacidad, lenguaje tecnológico, entre otras. Por último, para alcanzar con éxito las tres dimensiones anteriores, es fundamental la del manejo de la “Comunicación digital”, entendiendo que es la más dinámica de todas, y la que permite, finalmente, irradiar y conectarlas a todas entre sí.

Desde de la orientación formativa hacia los resultados, cada una de las cuatro dimensiones, anteriormente, mencionadas, se desarrollan como un conjunto interrelacionado, y se transforman en una herramienta inicial poderosa para cualquier profesional del siglo XXI. A esta tarea estamos dedicados como Universidad, pues estamos convencidos de que formar seres humanos y profesionales flexibles, pasa por un aprendizaje integral y pertinente al entorno en el cual nos correspond